GUSANO DE MAR


Casi inmortal, nunca deja de crecer. El fin de sus días llega por la agresión o la catástrofe. Gusano cinta lo llaman en Medio Oriente. Es una paradoja viva: prolonga su faz hacia el futuro en actitud de finalista de fotografía; hacia atrás, carga su pasado a cuestas. Se trata de la proyección de un yo y también de una retaguardia que se impulsa: todos los que ha sido están juntos para impelerlo a la vez. Sin embargo, el gusano se experimenta a sí mismo como una potencia final. No es consciente de la cauda total de sus años; en ningún espejo puede formarse una idea veraz de su horario y volumen.

¿Qué nos enseña esta soga animal?

Cómo prolongarse en capas de tiempo; sobre su consciencia atrofiada que despierta cuando la muerte cierra la vida en un único círculo posible. Los yos alineados del gusano coinciden mientras mira hacia atrás y contempla atónito su historia. Si bien se ha dado por hecho que recuerda lo ocurrido y especula sobre el porvenir, también se discute que el sentido temporal acontecería de manera inversa en su memoria: recordaría el futuro y olvidaría el presente a cada momento. El gusano se adelantaría a una experiencia que todo lo existente vivirá. Tan pronto como el universo deje de expandirse, empezará a encogerse. Los vectores totales del cosmos se invertirán; el tiempo se repetirá en sentido contrario; antes que nosotros nuestros hijos llegarán al mundo; como Benjamin Button, moriremos inmaculados y sin recuerdos; el humo se precipitará sobre el cigarro; el polluelo se emparedará en su huevo, y el gusano de mar volverá a su nacimiento, como todo lo que muere.





CELACANTO


Acostumbrados a los daguerrotipos que calcan los milenios en las losas y lajas del mar, los paleontólogos no estuvieron listos para la aparición del celacanto.

Después de que se le creyera un animal en plenitud de extinción, ajeno al humano y a su escala, Leonard Brierley Smith —ictiólogo, químico y profesor universitario— rescató al celacanto de los dominios de los cazadores de huesos y nostálgicos de la biología. El celacanto estaba vivo, coleaba y nos permitía apreciar su naturaleza de anticuario. Ahora podría brillar como la estrella más vieja de la fauna.

Para bochorno de la comunidad científica, el celacanto resultó ser un animal bien conocido en el sur de África, poseedor de un nombre que la Historia no registra.

Extraordinario evento, el de un animal que regresa para contradecir esa muerte superior que es la muerte de una especie: ¡extraordinario!, pero no carente de infortunio. Tras el descubrimiento del celacanto, Sir. Wallace Rogers —el afamado científico de Oxford que había realizado los mayores descubrimientos fósiles del pez— lamentó durante largo tiempo y en fallido secreto la revelación de su mascota intelectual.





FÁBULA DEL CALAMAR QUE QUISO SER ACTOR


Al salir de la Academia de Artes, el calamar sólo pudo conseguir papeles de segunda, personajes alienígenas en películas de ciencia ficción que no le permitían ni siquiera hablar.

—Este medio es difícil para los calamares, debes tener paciencia —le explicaba su representante.

Su novia, para animarlo, le aseguraba que pronto llegaría su gran oportunidad: los papeles extraterrestres, además, no eran tan malos; les permitían pagar la renta y sobrevivir. Pero a él ninguna palabra lo complacía, y se moría de ganas de trabajar en una obra de teatro en el Art Scene de la capital o en un filme independiente.

Una vez, había hecho un papel en una película de Ridley Scott: encaró el personaje con soberbia, desplegó sus ocho brazos con gran concentración dramática. Su participación consistía en atacar al protagonista en la esquina de una cueva. A pesar de que la luz no lo favorecía, su toma había resultado grandiosa: el maestro del “cyberpunk” elogió su trabajo. En la fotografía que conservaba en la pared, aparecía estrechando la mano de Scott con un tentáculo mientras sonreían para la cámara.

Aunque las cosas con su novia iban bien, en los últimos meses él había comenzado a preguntarse si ella era lo indicado. Después de todo, él era un calamar. Aun así, cada noche la abrazaba cúbicamente y, después de hacer el amor, se quedaba dormido esperando que la duda pronto abandonara sus tres corazones.

Cuando llegaron los extraterrestres, todo cambió para ellos.

Del platillo volador que aterrizó en la Casa Blanca, descendieron cefalópodos que saludaron con especial cortesía al presidente y a sus cuatro hijas al mismo tiempo. La prensa estaba vuelta loca con la nave espacial y su línea deportiva. En los medios del mundo se transmitían las imágenes de los viajeros espaciales que habían esperado milenios para conquistarnos con su personalidad. Además, traían un mensaje de paz apoyado por una insuperable campaña publicitaria.

Durante los días que siguieron a su llegada, una cadena de televisión reparó en la presencia del calamar: actor de cine y antiguo miembro de la comunidad. En la entrevista que le hicieron, habían insistido en preguntarle por la increíble sensación de ver la llegada de sus ídolos del espacio. Si bien el calamar terminó por cortesía la entrevista, una rabia que no era de su especie lo invadió. El reportero no había parado de lucirse y ponerlo como el primer fanático de las nuevas celebridades.

A causa de esta experiencia, el calamar decidió mantenerse ajeno a la conmoción que invadía la Tierra. Consiguió trabajo en un supermercado y, sin importar la opinión de su novia, se quedó allí.

Mientras tanto, los calamares galácticos obtuvieron papeles estelares en películas de alto presupuesto internacional. Se rodaron versiones nuevas de viejos clásicos con ellos como actores principales. Incluso representaron la historia de su propia llegada para el cine.

En medio de esta manía planetaria, comenzó la guerra.

Las naves que neutralizaron las bases de todas las potencias terrestres aparecieron como de la nada para sorprender a los humanos. Los alienígenas habían esperado su momento de mayor popularidad para tomar el control. El enfrentamiento fue breve y careció de valor fílmico para ambos bandos. La escasa superioridad armamentista de los extraterrestres se vio rápidamente respaldada por novedosos métodos de control y propaganda. Los cefalópodos dominaron a la humanidad con persuasivos mensajes en las redes sociales y medios de comunicación.

Pasarían varios años antes de que las personas pudieran expulsar a los invasores y sacudirse el encanto que los sometería de manera total.

Un día el calamar miró por televisión y sin entusiasmo los festejos mundiales, y supo que todo acabaría pronto. Durante las largas asambleas que siguieron a la victoria, se decidió que el calamar sería fusilado junto a un grupo de verdaderos traidores y vendemundos.

Para su ejecución, pidió que no se le permitiera a su novia estar presente. Su última voluntad fue ver una vez más los viejos filmes en los que él mismo invadía la Tierra o devoraba personas en su propio planeta, muy lejos de nuestra galaxia.





PEZ ABISAL


La biología marina enseña que, a mayor profundidad, la fauna se vuelve más espeluznante; las hileras de colmillos se agudizan; los ojos crecen inexpresivamente; las criaturas devienen monstruos por derecho propio. Ya se sabe, el fondo del abismo alberga la mayor obscuridad. 

Así, el alma humana. Así, el subconsciente.





CANGREJO VIOLINISTA


En el interior de su catacumba el cangrejo violinista ensaya la suite de los enamorados. Es el más afanoso de los exquisitos. A saber, se trata de una legión de románticos dedicados al perfeccionamiento del arte. 

Los violinistas disponen la existencia para la armonía. Nacen prendidos al instrumento, del que no han de separarse salvo por violencia extrema. Hijos de Neptuno Stradivari han poblado las playas; ahora las embelesan con sus acordes en las noches predichas. 

La mayor parte del año el violinista —que nunca da la espalda— depura en soledad la técnica del arco, ejercita los compases. De vez en cuando es visto, silencioso, en la ribera. Sale por las noches a alimentarse de restos tumefactos, despojos del mundo del que se aparta. Su pobreza es una voluntad de estilo. Nutre su música con cada nota de lo real.

Al llegar la primavera, es posible disfrutar la plenitud de su talento: surge de su cueva para interpretar. Toca de memoria. Sus dos ojos de anatomía periscópica le dan un aire de ministro con prismáticos. Si una dama se acerca a su puerta y entra, el violinista calla tras ella. El resto de la noche, ejecutan en la alcoba una pieza única.

Aunque sus ritos de amor son un misterio, se sabe que algunos violinistas no lograrán emparejarse. Se quedan solos por falta de pericia o mala estrella. Es entonces que suceden altercados. Dos resentidos tañen el vals de las tenazas, ensucian sus levitas, se toman, se persiguen hasta que hay un vencedor. A veces ocurre algo pavoroso: alguien pierde el instrumento, le es arrancado brutalmente.

 En esos casos el perdedor vuelve a su guarida; espera mientras la extremidad restante crece, se fortalece y toma la apariencia del violín perdido. Mas nunca llega a igualarlo, ni fascina con su temple a nadie. Al contrario, deshonra al músico como un instrumento desafinado hasta el fin.





INSTRUCCIONES PARA NADAR


Sin dilación, sumérjase con la confianza de que usted es de agua y está de regreso. Elija de preferencia un lugar cuya profundidad le permita un ensayo cómodo, sin encallar y herir con pena su barriga de mamífero terrestre, pero tampoco enfrentando un abismo al que deba abandonarse si intenta, por un increíble momento, volver a poner los pies en suelo. Ante todo, tenga en cuenta que cada viaje termina y que, de cualquier forma, ese fondo sin memoria lo espera desde siempre.

Para sus primeros desplazamientos, no dude en seguir la dirección de la corriente en que se halle. Si se inicia en aguas calmas —el Estigia, digamos—, notará que incluso ahí hay pequeñas fuerzas que encausan el destino. No se resista. Así avanzará mejor y ejercitará cada uno de los recientes poros de su cuerpo. El agua lo llevará con el cuidado de una madre que empuja a su hijo en bicicleta. Todo consiste en deslizarse en posición horizontal sobre la superficie del nuevo elemento, en decúbito dorsal o decúbito prono, de acuerdo a sus gustos, necesidades de respiración y posición final.

Utilice ambos brazos como remos de la barca de su propio cuerpo. No necesita a Caronte. Las manos deben pasar sobre su cabeza y entrar al agua para propulsarlo como dos aspas modificadas. Después las piernas. Dé patadas abruptas como pasos cortos y rectos; imagine que golpea con sus extremidades ya bien rígidas un balón de futbol que regresa eternamente contra usted.

Si ha logrado un nado regular, siga sin detenerse mientras comienza un viaje definitivo por su vida hacia el pasado. No tema; a estas alturas es tarde para volver. Recorra los momentos de su existencia como puertos muy hermosos, ensenadas o islas paradisíacas. De acuerdo a su edad, tome el tiempo necesario para des-nadar su propia cuenta de años regresivos. Verá que la vida es un gran caudal que llega a usted para que lo beba de un solo trago, digamos. 

Luego continúe con movimientos de renacuajo y evite pensar en sus progenitores mientras triunfa en esa carrera contra sus hermanos que ya ha ganado antes. En cuanto los haya dejado atrás, intérnese en el túnel de fecundidad donde su otra mitad lo espera y, a partir de allí, considere que a cada segundo podrá estar pateando a su madre desde adentro.

El nuevo día de su nacimiento, recuerde llorar a dos pulmones y mostrar el desconcierto que seguro sentirá. Emerja a este mundo sin dilación, con la confianza de que usted es polvo y está de regreso.





El género del bestiario se desarrolló en la Edad Media cuando se confeccionaban a mano hermosos volúmenes ilustrados que presentaban fauna tanto real como fantástica. Desde entonces el género no ha dejado de ser actualizado por distintas artes. BESTIARIO MARINO es un libro en formato tradicional y una pieza de literatura electrónica que combina poesía visual animada, sonido y relato breve. Ahora la pantalla se vuelve una escotilla, un periscopio, una escafandra.

Disfrute la navegación.


Créditos: 

Programación, animación y voz:
Lidya Cota

Textos y poemas visuales:
Abraham Truxillo


Herramientas y recursos:

Esta pieza fue realizada con contenidos y herramientas digitales gratuitas y de uso libre: para la creación de la página web y sus animaciones se utilizó Google Web Designer y componentes de código abierto; los íconos y la fotografía provienen de canva.com y de pexels.com. Caligramas, poemas visuales y textos usan la tipografía Stardos Stencil y Lora. Los audios fueron tomados de freesound.org:

“freewilly.mp3” por mjudo12 con licencia CC BY 3.0
“LargeWoodenShip.mp3” por PimFeijen con licencia CC0 1.0
“Submarine” por Samantha_Dolman con licencia CC BY-NC 3.0


BESTIARIO MARINO se terminó de construir en la Ciudad de México en marzo de 2021 durante el segundo año de la pandemia de COVID-19. Dedicamos esta obra a las víctimas mortales de la enfermedad y a quienes aún resisten y colaboran para superarla juntxs.